A propósito de la pugna filosofía-ciencia
Mientras escribo este pequeño artículo tengo en mente a Wittgenstein seguramente acongojado y meditabundo, deambulando en aquellos geniales pensamientos que lo llevaron a erigirse como uno de los grandes filósofos de la lógica del siglo XX. En aquella congoja, un escape de frustración lo llevó a decir: “La única tarea que le queda a la filosofía es el análisis del lenguaje”, y es que el contexto en el que se desarrolla este filósofo ameritaría apreciaciones como la suya. Esta frase, recogida por Stephen Hawking en su libro Brevísima historia del tiempo, me da pie para escribir sobre la pugna histórica que ha enfrentado a filósofos y científicos por adjudicarse, en última instancia, el derecho de comprender la totalidad del orden universal y compendiarlo en la razón humana. La cita de Wittgenstein sigue, y es así que dice: “¡Que triste final para la gran tradición filosófica desde Aristóteles a Kant!”.
El siglo XX fue testigo de un desarrollo inconmensurable e impredecible de las ciencias en el mundo. Fueron muchos los factores para que este se produjera, y además, de diversa índole. La cuestión es que con el desarrollo de las ciencias y de la tecnología a escala tan acelerada, las áreas del conocimiento humano se especificaron de tal manera, que aquellos hombres cultos, otrora concebidos como conocedores de verdades absolutas, quedaron al margen de nuevos tecnicismos, ahora usados para describir fenómenos complejos en áreas específicas de las ciencias de toda índole. Los filósofos entonces, quedaron en la imposibilidad de entender que la cuarta resolución de la ecuación de la Relatividad de Einstein, podía ser compatible con la concepción del tiempo como circular y cíclico, propia de la tradición filosófica griega. Y como este ejemplo existen muchos. Y es que los filósofos-científicos se hicieron hombres cada vez más difíciles de encontrar, a diferencia de los hombres de la ilustración, que en personalidades como Kant encontraban la mejor concretización de la pretensión por compendiar en un hombre la totalidad del conocimiento concebible.
La respuesta desde la filosofía no se hizo esperar, y alguna vez Martín Heidegger, filosofo alemán acusado de apoyar al régimen nazi mientras era rector de una universidad en Alemania, sostuvo que la ciencia no piensa; y con ello, obviamente se ganó el odio de la comunidad científica alemana y presumo que en especial de la judía.
Y es que esta pugna no es nueva. A lo largo de la historia, filosofía y ciencia, han luchado por el derecho de explicarlo todo y además hacerlo sobre la base de argumentos sólidos. En ese sentido, la ventaja parece estar a favor de las ciencias, pues su método, inherentemente exige demostrar lo que se sostiene. Y ello me da pie para plantear el dualismo que subyace a esta pugna. La filosofía es especulativa y la ciencia es demostrativa. El ideal de hacer a la filosofía una ciencia con leyes universales y preceptos incuestionables fue propio del siglo de las luces, y en su mayoría, los filósofos que estuvieron imbuidos por este espíritu cientificista fueron modernos. Este afán sin embargo se ha abandonado; y hoy por hoy, la filosofía pareciera divagar entre distintas cosmovisiones, algunas excluyentes entre si, del porqué de las cosas.
Es así que mientras que el avance de las ciencias siempre ha sido ascendente, es decir que cada nuevo descubrimiento significaba un gran progreso que permitía escalar una grada más; en la filosofía el ambiente es completamente distinto. Hegel intentó solucionar este aparente estanco filosófico sosteniendo que el estudio aislado de aparatos filosóficos mostrados como islotes sin relación unos con otros, era deficiente; y que en su lugar se debía propugnar un estudio mediante el cual se tomara en cuenta los avances fácticos que se producen en cada nuevo sistema filosófico. En su Introducción a la historia de la filosofía, su mágnum filosófico; Hegel por ejemplo demostraría por que es que entre Platón y Kant se ha producido un avance en la filosofía, un sofisticamiento, y no simplemente se ha negado un modelo y propugnado uno nuevo. Pero esta manera de concebir la filosofía se ha abandonado en los últimos años; y un relativismo, propio del postmodernismo se ha apoderado del desarrollo de la filosofía. Por otro lado, y en muchos aspectos, corrientes como el existencialismo han abandonado las pretensiones monumentales de propuestas como la kantiana y se han centrado en problemas subjetivos de la raza humana. Se pueden rastrear los orígenes de este giro hacia el plano subjetivo de las personas hecho por algunas corrientes filosóficas, con figuras como la de Nietszche o Kierkegaard, padre del existencialismo; pero definitivamente el mayor desarrollo de este tipo de filosofía no se daría hasta que Jean-Paul Sastre y Albert Camus no fusionaran sus lúcidas apreciaciones filosóficas con magnificas obras literarias. Entonces, ¿podríamos acusar a la filosofía existencialista de tener el complejo del sicoanalista? Si así lo hiciéramos, nótese que lo hace desde el empirismo de unas cuantas palabras plasmadas en magistrales obras literarias, y sin siquiera conocimiento de causa sobre la complejidad de la mente humana, biológicamente hablando.
Como vemos, ambas áreas del conocimiento, que nacieron con la inquietud por el saber, se han distanciado, y en medio de ellas encontramos una escisión que parece insalvable. ¿Especular? ¿Demostrar?, es una decisión que se presenta a cada instante y que personifica a cada método de usar la razón humana. Los intentos por conciliar ciencia y filosofía sin embargo, no han sido pocos; y figuras como Husserl nos permiten albergar la esperanza de una filosofía científica, o de una ciencia filosófica.
El corazón del escritor del articulo se inclina indefectiblemente por tomar el camino filosófico y lo hace desde la apreciación subjetiva de que lo que la ciencia recién se esta encargando de demostrar, ya fuimos capaces de abstraerlo racionalmente desde hace muchos siglos, en aparatos filosóficos complejos. El ser de Parmenides, las ideas platónicas, la sustancia aristotélica, las cinco causas de Santo tomas de Aquino son razonamientos sofisticados que están esperando por ser demostrados o desechados por el desarrollo científico, pero ya están ahí. ¿Y usted que piensa?
Mientras escribo este pequeño artículo tengo en mente a Wittgenstein seguramente acongojado y meditabundo, deambulando en aquellos geniales pensamientos que lo llevaron a erigirse como uno de los grandes filósofos de la lógica del siglo XX. En aquella congoja, un escape de frustración lo llevó a decir: “La única tarea que le queda a la filosofía es el análisis del lenguaje”, y es que el contexto en el que se desarrolla este filósofo ameritaría apreciaciones como la suya. Esta frase, recogida por Stephen Hawking en su libro Brevísima historia del tiempo, me da pie para escribir sobre la pugna histórica que ha enfrentado a filósofos y científicos por adjudicarse, en última instancia, el derecho de comprender la totalidad del orden universal y compendiarlo en la razón humana. La cita de Wittgenstein sigue, y es así que dice: “¡Que triste final para la gran tradición filosófica desde Aristóteles a Kant!”.
El siglo XX fue testigo de un desarrollo inconmensurable e impredecible de las ciencias en el mundo. Fueron muchos los factores para que este se produjera, y además, de diversa índole. La cuestión es que con el desarrollo de las ciencias y de la tecnología a escala tan acelerada, las áreas del conocimiento humano se especificaron de tal manera, que aquellos hombres cultos, otrora concebidos como conocedores de verdades absolutas, quedaron al margen de nuevos tecnicismos, ahora usados para describir fenómenos complejos en áreas específicas de las ciencias de toda índole. Los filósofos entonces, quedaron en la imposibilidad de entender que la cuarta resolución de la ecuación de la Relatividad de Einstein, podía ser compatible con la concepción del tiempo como circular y cíclico, propia de la tradición filosófica griega. Y como este ejemplo existen muchos. Y es que los filósofos-científicos se hicieron hombres cada vez más difíciles de encontrar, a diferencia de los hombres de la ilustración, que en personalidades como Kant encontraban la mejor concretización de la pretensión por compendiar en un hombre la totalidad del conocimiento concebible.
La respuesta desde la filosofía no se hizo esperar, y alguna vez Martín Heidegger, filosofo alemán acusado de apoyar al régimen nazi mientras era rector de una universidad en Alemania, sostuvo que la ciencia no piensa; y con ello, obviamente se ganó el odio de la comunidad científica alemana y presumo que en especial de la judía.
Y es que esta pugna no es nueva. A lo largo de la historia, filosofía y ciencia, han luchado por el derecho de explicarlo todo y además hacerlo sobre la base de argumentos sólidos. En ese sentido, la ventaja parece estar a favor de las ciencias, pues su método, inherentemente exige demostrar lo que se sostiene. Y ello me da pie para plantear el dualismo que subyace a esta pugna. La filosofía es especulativa y la ciencia es demostrativa. El ideal de hacer a la filosofía una ciencia con leyes universales y preceptos incuestionables fue propio del siglo de las luces, y en su mayoría, los filósofos que estuvieron imbuidos por este espíritu cientificista fueron modernos. Este afán sin embargo se ha abandonado; y hoy por hoy, la filosofía pareciera divagar entre distintas cosmovisiones, algunas excluyentes entre si, del porqué de las cosas.
Es así que mientras que el avance de las ciencias siempre ha sido ascendente, es decir que cada nuevo descubrimiento significaba un gran progreso que permitía escalar una grada más; en la filosofía el ambiente es completamente distinto. Hegel intentó solucionar este aparente estanco filosófico sosteniendo que el estudio aislado de aparatos filosóficos mostrados como islotes sin relación unos con otros, era deficiente; y que en su lugar se debía propugnar un estudio mediante el cual se tomara en cuenta los avances fácticos que se producen en cada nuevo sistema filosófico. En su Introducción a la historia de la filosofía, su mágnum filosófico; Hegel por ejemplo demostraría por que es que entre Platón y Kant se ha producido un avance en la filosofía, un sofisticamiento, y no simplemente se ha negado un modelo y propugnado uno nuevo. Pero esta manera de concebir la filosofía se ha abandonado en los últimos años; y un relativismo, propio del postmodernismo se ha apoderado del desarrollo de la filosofía. Por otro lado, y en muchos aspectos, corrientes como el existencialismo han abandonado las pretensiones monumentales de propuestas como la kantiana y se han centrado en problemas subjetivos de la raza humana. Se pueden rastrear los orígenes de este giro hacia el plano subjetivo de las personas hecho por algunas corrientes filosóficas, con figuras como la de Nietszche o Kierkegaard, padre del existencialismo; pero definitivamente el mayor desarrollo de este tipo de filosofía no se daría hasta que Jean-Paul Sastre y Albert Camus no fusionaran sus lúcidas apreciaciones filosóficas con magnificas obras literarias. Entonces, ¿podríamos acusar a la filosofía existencialista de tener el complejo del sicoanalista? Si así lo hiciéramos, nótese que lo hace desde el empirismo de unas cuantas palabras plasmadas en magistrales obras literarias, y sin siquiera conocimiento de causa sobre la complejidad de la mente humana, biológicamente hablando.
Como vemos, ambas áreas del conocimiento, que nacieron con la inquietud por el saber, se han distanciado, y en medio de ellas encontramos una escisión que parece insalvable. ¿Especular? ¿Demostrar?, es una decisión que se presenta a cada instante y que personifica a cada método de usar la razón humana. Los intentos por conciliar ciencia y filosofía sin embargo, no han sido pocos; y figuras como Husserl nos permiten albergar la esperanza de una filosofía científica, o de una ciencia filosófica.
El corazón del escritor del articulo se inclina indefectiblemente por tomar el camino filosófico y lo hace desde la apreciación subjetiva de que lo que la ciencia recién se esta encargando de demostrar, ya fuimos capaces de abstraerlo racionalmente desde hace muchos siglos, en aparatos filosóficos complejos. El ser de Parmenides, las ideas platónicas, la sustancia aristotélica, las cinco causas de Santo tomas de Aquino son razonamientos sofisticados que están esperando por ser demostrados o desechados por el desarrollo científico, pero ya están ahí. ¿Y usted que piensa?